La EPA demuestra que las políticas de recorte y la reforma laboral de Rajoy aceleran la destrucción de empleo y ahondan en la recesión. 5.965.400 récord histórico de paro en España.

El Gobierno de Rajoy sigue destruyendo empleo (público, hay 218.900 asalariados menos que hace un año en este sector, y privado, donde hay 684.800 asalariados menos), a un ritmo más elevado debido a la recaída incesante de la actividad económica (como avanza el Banco de España, en 2012 podría haber caído el PIB un 1,3% en términos interanuales). La reforma laboral no sólo destruye empleo (850.400 ocupados menos que hace un año), sino que empeora las condiciones para los que no ven destruido su puesto de trabajo, pero sí modificado (reducción o suspensión).

 

Los datos que arroja la EPA 5.965.400 parad@s reflejan que la situación es ya insostenible. No se puede abandonar a los que han perdido su puesto de trabajo y, por el continuo empeoramiento de la situación económica, no pueden encontrar un empleo. Alargar inútilmente la decisión de la prórroga del Plan Prepara en un contexto de destrucción de empleo, de aumento del paro de larga duración y con el 14,1% de los hogares con activos donde todos sus miembros están en paro, es una inmoralidad.

Los espejismos que reflejan la reducción de la prima de riesgo y las aparentes mejoras que el Gobierno señala no hacen sino alargar la agonía de la crisis, porque lo que hace falta es centrar los objetivos políticos en la recuperación económica, del empleo y una mayor cohesión social.

Una vez más queda patente que las políticas de recorte de gasto, si no van acompañadas de estímulo al crecimiento y la creación de empleo, no cumplen siquiera con los objetivos de reducción del déficit para las que supuestamente se implementan. Además, no se puede esperar crecer y salir de la crisis desde la profundización de los desequilibrios y desigualdades.

No aceptamos que el desempleo, la rebaja salarial generalizada, el empobrecimiento masivo, la exclusión social o la eliminación de servicios públicos sea la única política posible frente a la crisis, porque no lo es.

No aceptamos que reformas laborales como las impuestas sirvan para destruir más empleos y derechos. 

Porque no son las modificaciones legislativas las que crean empleo, sino la actividad económica. Con políticas de empleo se puede potenciar la creación de empleo en determinados colectivos más desfavorecidos o con mayores dificultades de inserción o de reincorporación al mercado de trabajo. Pero de una reforma que recorta derechos, facilita el despido, utiliza nuevos formatos de contratación precaria y trata de apartar a los protagonistas de la negociación colectiva, no se podía esperar que cortara la destrucción de empleo ni generara nuevos puestos de trabajo, como así ha sido.

Es necesario, por tanto, cambiar el rumbo de las políticas: no recortar, sino impulsar la contratación y el empleo, lanzando un plan de empleo en el que participen todos los poderes, estatal, autonómico y local, así como todos los interlocutores sociales. Un plan de estímulo a la creación de empleo allá donde haya más posibilidades de futuro, buscando los nichos o yacimientos de empleo, en sectores de la economía verde, en sectores con proyección tecnológica, en sectores, en definitiva, donde sea posible crecer de forma sostenida y equilibrada, con mayor valor añadido.

Hay alternativa si se cambia el objetivo de la política económica: no tiene sentido seguir afirmando que esta es la única política posible porque no es cierto. Hay alternativa porque lo que hay que hacer es proteger a los que se han visto más perjudicados por la larga crisis que atravesamos y que cada vez se encuentran con mayores dificultades para reincorporarse al mercado de trabajo; hay que hacer políticas que favorezcan el mantenimiento y la creación de tejido industrial en sectores de mayor aportación de valor añadido y con mayores posibilidades de crecimiento duradero y sostenido; y hay que procurar que los jóvenes tengan oportunidades, porque son el capital de futuro más valioso que tenemos; y hay que valorar la experiencia y el saber hacer de los trabajadores que ahora no tienen oportunidades, porque son el capital actual que tenemos tan desaprovechado. Estos son los objetivos que hay que lograr, antes que la reducción del déficit y el abismo.