El paro no baja por la creación de empleo, sino por el abandono de las personas de la lista de los Servicios Públicos de Empleo, desanimados por no encontrar empleo y por carecer de prestación alguna.

El descenso del paro registrado en 2.475 personas en noviembre es sin duda un dato positivo, como en general toda disminución del número de parados. Pero ello no reduce un ápice la preocupación por el elevadísimo número de desempleados existentes en nuestro país, que constituye nuestro mayor desequilibrio, y que se sitúa en 4.808.908 personas. El hecho de que simultáneamente se haya producido una caída del número de ocupados afiliados a la Seguridad Social indica que la economía sigue destruyendo empleo, y que la disminución del paro tiene que ver, en buena medida, no tanto con que esas personas hayan encontrado un puesto de trabajo, como sería deseable, sino con que están abandonando las listas de los Servicios Públicos de Empleo desanimados, precisamente por no encontrar un empleo, y porque carecen de prestación alguna.

Esta es precisamente una de las circunstancias más destacables de la evolución de los últimos meses, la drástica caída de la tasa de cobertura de las prestaciones por desempleo. Apenas 6 de cada 10 parados registrado obtienen algún tipo de prestación. Esto supone casi tres puntos menos que hace un año, y siete puntos menos que hace dos años. Es el nivel más reducido desde abril de 2005.

Paralelamente, la evolución de la contratación refleja mes a mes un comportamiento muy preocupante, puesto que se reducen constantemente los contratos indefinidos y aumentan los temporales. Además, el contrato de emprendedores constituye una figura fallida, que posee un carácter marginal en el conjunto de la contratación (en noviembre se han concertado 6.989 contratos de este tipo, el 7,4% del total de indefinidos y el 0,6% del total de contratos).

Es decir, que está aumentando la precariedad laboral, y se está apostando por un modelo de salida de la crisis tan frágil e insostenible como el que caracterizó la pasada etapa expansiva iniciada a mediado de los años noventa del pasado siglo. El análisis objetivo de las cifras no permite muestras de optimismo.

A día de hoy la situación es peor que hace dos años, cuando llegó al gobierno el Partido Popular. Ahora hay 388.000 parados registrados más, la contratación es claramente de peor calidad, y el nivel de protección de los parados es muy inferior (7 puntos porcentuales). Y ello se debe esencialmente a sus propios errores: de un lado, la aplicación de una política económica procíclica de ajustes desmedidos, que ha agravado el impacto de la recesión sobre las familias y que alimenta la propia crisis; y de otro, los recortes de derechos que ha impuesto a golpe de Real Decreto ley, y que sigue promoviendo. Entre estos, sobre todo, se encuentra la reforma laboral de 2012, que ha significado una agresión descomunal para los derechos de los trabajadores y un golpe fatal para la negociación colectiva, con consecuencias muy dañinas para la capacidad de creación de empleo y para la cohesión social.

 

Por todo ello, el Gobierno, en lugar de gastarse 2,5 millones en propaganda de la reforma, como parece que va a hacer, debería llevar a cabo una medida totalmente gratuita y que sería su mejor contribución al empleo de nuestro país: retirar la reforma laboral.